Aunque las orugas están ya enterradas por el adelanto de su ciclo natural, la Dirección General de Medio Natural recomienda a los usuarios del monte que no se acerquen a los bolsones de los árboles
La campaña de control de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) incluye este año el empleo de drones equipados con cámaras multiespectrales que permiten captar gran cantidad de información en lugares remotos y de difícil acceso. Esta información, además, queda registrada y digitalizada de manera inmediata, lo que permite realizar análisis a nivel regional con la máxima rapidez y precisión y con un coste mínimo.
Las actuaciones para paliar los riesgos de este insecto, que puede producir alergias e irritaciones entre la población, se complementan con otros métodos de control que buscan siempre minimizar el impacto al medio natural, como la retirada manual de los bolsones que penden de los árboles y que también son eliminados con cañones de alta presión, la instalación de nidales para aves insectívoras y de trampas cebadas con feromonas o el tratamiento con químicos respetuosos con el medio ambiente.
El adelanto del ciclo biológico de la procesionaria debido a las altas temperaturas registradas este otoño e invierno ha hecho que las orugas estén ya enterradas, aunque siguen siendo visibles los bolsones vacíos en los árboles.
La directora general de Medio Natural, Consuelo Rosauro, explicó que, aunque el riesgo haya remitido, es importante que los usuarios del monte "eviten acercarse a las masas con bolsones abandonados, ya que su simple movimiento o caída pueden extender pelos y dardos urticantes de la procesionaria que hayan quedado en su interior".
Esta campaña de control de la procesionaria se integra dentro de las labores de sanidad forestal, orientadas a prevenir y combatir las principales plagas que amenazan los bosques de la Región y que implican el seguimiento, vigilancia y control permanentes por parte de los técnicos especialistas en Sanidad Forestal y de los agentes medioambientales.